Sin duda hemos venido escuchando que “las energías alternativas son la mejor opción para un futuro sostenible”, que suena bastante prometedor pero a su vez necesitará una gran inversión a largo plazo en el caso que un país decida evolucionar su infraestructura energética a este tipo de energías. Hace poco tuvimos la oportunidad de entender un poco más sobre la situación energética del país con todo esto del “Fracking” y la explotación de los páramos y otras regiones naturales para la extracción de gas natural. Sobra decir que lo que vimos se parece más a una mezcla entre “The Wall” de Pink Floyd y Terminator 2, sin embargo queremos abordar el asunto desde otra perspectiva ya que hay miles de blogs que escriben sobre la importancia de cuidar el medio ambiente (o las consecuencias apocalípticas de no hacerlo), pero rara vez se habla del gran impacto que estamos generando -sin saberlo- sobre el medio ambiente cada vez que abrimos el grifo o encendemos la luz. Partamos de la base que el agua no se va a acabar, es decir, no se va a evaporar para no volver. De hecho el planeta ha consumido la misma agua por miles de años, pero solo hasta hace relativamente poco el agua comenzó a ubicarse dentro de 4 posibles escenarios con los que tendremos que lidiar en el futuro si queremos utilizarla, en todo sentido. En términos generales, esto es lo que le sucede al agua:
1. El agua se represa
Siendo el agua la principal fuente de generación de electricidad en nuestro país, el agua se ha venido represando progresivamente a lo largo de los últimos 60 años para tener una gran fuente de energía y garantizar electricidad y agua potable a una población que crece progresivamente. Lo que sucede es que al represarse, como deja de fluir naturalmente por ríos y quebradas como lo hace originalmente, va perdiendo los nutrientes y componentes que le dan vida a las especies que viven allí (millones de organismos microscópicos y miles de peces), mas las plantas y animales silvestres que básicamente se quedan sin servicio de agua y tiene que buscarla en otro lado. Eso sí, todos estos embalses y represas garantizan energía hidroeléctrica para las grandes ciudades del país, y para mucho rato.
2. El agua se contamina
No es que no haya mucho qué hablar sobre este tema, sino que la contaminación del agua y sus consecuencias hacen parte del sentido común así no se haga nada al respecto y lo podemos ver fácilmente en cualquier sistema urbano de desagüe (lo que llamamos un “caño”) o en cualquier zona industrial, donde por lo general los resíduos químicos terminan en la quebrada o río más cercano. Y como el agua contaminada no queda sirviendo para más que generar electricidad, vamos al tercer escenario.
3. El agua se privatiza
Como tenemos millones de litros de agua casi inerte, contaminada y represada, podemos destinar una parte y someterla a un sofisticado proceso de purificación para llevarla a nuestras manos en una práctica botella de plástico. Conscientes de la importancia del agua pura para los seres humanos, las empresas ven la “necesidad” de ofrecer un producto libre de contaminación, casi igual a como se obtiene del nacimiento, a un precio razonable. Obviamente contaminar y represar el agua para luego purificarla es muchísimo más rentable que preservar el estado natural de la misma desde su nacimiento hasta el lugar donde se puede recojer para su consumo.
4. El agua se saliniza
Y como en todo proceso, los excedentes (aquello que supera lo que se puede manejar y controlar) terminan siguiendo su curso natural -cuando por alguna decisión gerencial se conserva- y llegan al mar, solo que sin peces, con poco potencial para alimentar otras especies y saturada de químicos y resíduos industriales. Esta substancia que a duras penas sigue siendo agua se mezcla con el mar, que para rematar es un completo ecosistema lleno de vida y que al recibir el agua dulce termina produciendo un caldo espeso, tóxico y para colmo salado. Afortunadamente existen procesos industriales que purifican y desalinizan el agua, y que nos llevan curiosamente al punto 3.
Como conclusión
Lo interesante de este tema es que es mucho lo que podemos hacer cuando entendemos el “por qué” de las cosas más allá del “cómo” se hacen o cómo se obtienen. Respecto al agua y las energías alternativas, entendimos que más allá de promover la energía solar fotovoltaica o las alternativas renovables de generación de electricidad, se trata de aprender a crear e invertir en soluciones prácticas que no comprometan otras cosas (como la vida de los animales y plantas a nuestro alrededor) ya que son las que permiten que el equilibrio se mantenga, porque es este equilibrio el que a su vez garantiza nuestro futuro.