Tomarse la vida más slow porque las cosas más importantes de la vida no deberían acelerarse. Esta y muchas ideas se exponen en este Movimiento Lento que enfoca su interés en que el ser humano encuentre equilibrio entre la utilización de la tecnología orientada al ahorro del tiempo y el tomarse el tiempo necesario para disfrutar de actividades como pasear o socializar.

 

Del fast food al movimiento slow

La historia nos remonta al año 1986 en Roma, época en la que una multinacional de Fast Food desembarca. Carlo Petrini periodista y gastrónomo, que disfrutaba de la comida bien hecha y con tiempo, se enfadó mucho porque la llegada de la multinacional Norteaméricana y su comida rápida amenazaba la saludable y tradicional dieta mediterránea, así que decidió inventar el Slow Food.

Lo que un principioSlow movement parecía un término local, en 1989 terminó siendo un movimiento internacional, centrado en la comida, pero que despertó una manera de entender nuestra sociedad que es el Movimiento Slow.

El movimiento empezó entonces a aplicarse en diferentes contextos de la vida cotidiana. El Slow Fashion, por ejemplo, rechaza toda la ropa producida masivamente, y recuperando el valor artesanal de la moda.

Existe también los pueblos slowCittaslow (Ciudad lenta en italiano). Cumpliendo ciertos requisitos como tener menos de 50.000 habitantes, buscan potencializar la felicidad y la auto-determinación, aconsejando algunos modos de calmar el ajetreo cotidiano.

Pijao, ubicado en el Quindío en Colombia, está cerca de convertirse en la primera localidad de América Latina dentro de la red internacional de Cittaslow

Esta filosofía aplicada a los pueblos del mundo permite sacar adelante sistemas de saneamiento básicos, implementar el uso de energías renovables como la energía solar fotovoltaica, afianzar la cultura local y en general realizando prácticas que estén dirigidas al buen vivir.

 

Carl Honoré y su “Elogio de la lentitud”

Honoré embajador del Movimiento Slow y quien escribió El Elogio de la Lentitud (que recomendamos), presenta toda una propuesta para resolver diferentes problemas cotidianos en los negocios, el trabajo, la salud, sin optar por soluciones rápidas, superficiales y de corto plazo.

Entre sus propuestas está alcanzar una relación equilibrada con la tecnología, por lo que veamos algunos de sus consejos frente a este tema que encontramos en la entrevista publicada en el blog sloyu.com:

1. Dedique algo de tiempo cada día a apagar todos los artilugios. No hay excepciones. Y ningún retroceso.
2. Para neutralizar la ansiedad que provoca la desconexión, avise a sus amigos y colegas que no va a estar disponible durante las 24 horas del día para que sepan que pueden encontrarle en un horario determinado.
3. Programe alguna actividad al aire libre todos los días y apague el teléfono. La naturaleza actúa como un bálsamo calmante.
4. Mantenga un diario o una cuenta corriente del tiempo que está delante de una pantalla durante una semana. A veces, ver por escrito la cantidad de horas que se han invertido en utilizar la tecnología sirve para concienciarte y decidir recortar.
5. Salga de casa sin un cargador de teléfono. Se verá obligado a utilizar el teléfono con mayor moderación para evitar quedarse sin batería.
6. Apague cualquier pantalla media hora antes de acostarse y no las vuelva a conectar hasta después de media hora de despertarse. Esto le dará el tiempo y el espacio para pasar a un ritmo más saludable.
7. Descanse desconectando los aparatos unos momentos al día.
8. Apague sus notificaciones (Instagram, Whatsapp , etc.) De esa manera puede decidir cuando ver una actualización en lugar de que constantemente le distraigan esos sonidos.
9. Realice actividades libres de tecnología, algo como yoga, meditación, ecología, lectura , cocina, …lo que más le apetezca.

Aunque en realidad no existe un manual que nos diga cómo vivir, ni debería, es importante detenerse y empezar a recuperar el tiempo que hemos perdido por la carrera hacia la perfección en una sociedad que premia la rapidez.

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