Como una de las alternativas más llamativas y menos invasivas desde Argentina y España, dos procesos científicos diferentes le apuestan al uso de orugas capaces de consumir plástico. Una propuesta que de llegar a ser acogida podría ser la solución a este tipo de contaminación que ya ha crecido hasta formar cinco islas de basura formadas en su gran mayoría por microplásticos.

Desde Tucumán un grupo de científicas presentaron un experimento con el que proponen disminuir la contaminación de plástico a través del uso de orugas. De acuerdo con una de las investigadoras esta larva es capaz de consumir cuatro tipos de plástico.

Foto/ CSIC COMUNICACIÓN

Con un  grupo conformado por doce científicas, entre ellas Carolina Monmany,  investigadora del Instituto de Ecología Regional, están trabajando desde hace dos años con un tipo de oruga que además de digerir  el plástico lo transformar en alimento, un hallazgo que abrió una investigación para determinar si esa especie puede ayudar a reducir la contaminación ambiental.

En Tucumán hay dos especies de polillas cuyas larvas u orugas estaban comiendo silobolsas que es un plástico que utilizan los apicultores para cubrir las colmenas de abejas cuando hace frío. De acuerdo con Monmany “a partir de la identificación de estas orugas empezamos a investigar como hacían para comer y digerir plástico porque no es alimento para ninguna especie, teniendo en cuenta que no es un producto natural sino un derivado del petróleo”.

No ostante, esta no es la primera vez que se experimenta con estos animales como una solución para acabar con el  abundante plástico en el mundo; desde España un grupo de científicos del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria(CSIC) descubrió que una oruga criada comercialmente para cebo de pesca puede biodegradar el polietileno.

Después de 40 minutos los agujeros comenzaron a aparecer y tras 12 horas se produjo una reducción de la masa de plástico de 92 miligramos de la bolsa.

Conocido como “el gusano de cera”, la larva del insecto común Galleria mellonella vive como parásitos en las colonias de abejas. Las polillas ponen sus huevos dentro de las colmenas y los gusanos crecen en la cera de abejas. Lo curioso fue el descubrimiento de este, pues una de las integrantes del grupo científico, Federica Bertocchini, apicultora aficionada, estaba removiendo las plagas parasitarias de los paneles en sus colmenas, así que los colocó  en una bolsa de plástico; al día siguiente los insectos se habían escapado de la bolsa a pesar de estar cerrada y comenzó un proyecto para comprobar que había sucedido.

Según los científicos, “la tasa de degradación es muy rápida en comparación con otros descubrimientos recientes, como un grupo de bacterias reportado el año pasado que biodegradaba algunos plásticos a una velocidad de tan sólo 0,13 miligramos por día”.

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